miércoles, 18 de junio de 2008

Frikismo, Eugenio y La Historia Interminable

Anteanoche fue una de las noches más bizarras que he vivido por la mítica zona de Huertas de Madrid. Más bizarras y más divertidas, claro está.

Había quedado con Pablo para ver el Portugal - Suiza (un partidazo allá donde los haya, ya que ninguno de los dos se jugaba nada) en La Fontana de Oro. Para todo aquél que no conozca este lugar, diré que es una taberna de la época de Carlos III en la que se reunían literatos e intelectuales (no como ahora, que está llena de putos guiris borrachos) de todas las épocas (de hecho, Perez Galdós la menciona en una ocasión) y que fue restaurada en 1994 como pub irlandés, como si ya hubiera pocos por la zona. Aunque siempre habrá menos que en Lyon.

Después fuimos al DeCine (¿cómo no?) atraídos por el relaciones, que nos comentaba que había seis mujeres, seis, solas. Igualmente íbamos hacia ese garito, así que tampoco cambió mucho el rumbo de la noche.

Entramos, la música se jode y las tías se van cuando ya teníamos los copazos servidos, así que tocaba quedarse.

Ahora empieza lo bueno.

La camarera, para evitar el éxodo de los escasos clientes que ya de por sí había en el pub (recordemos que era domingo) propuso un concurso de chistes para pasar el rato en el que el ganador se llevaría un peloti de regalo. Yuju!

Tras tres rondas eliminatorias, y culminando el concurso con un chiste de Eugenio, gané. A todo esto, debo decir que los pelotis esa noche se sirvieron en copas de balón y vasos mezcladores (es decir, que eran más grandes de lo normal).

Mientras el alcohol se agolpaba en nuestras venas, la camarera continuó ideando nuevos entretenimientos y el siguiente concurso fue que ella empezaría a cantar una canción y se pararía en un momento determinado para que alguien la siguiera. Y el ganador se llevaría un chupito de ron para el cuerpo.

Muchos de vosotros sabéis de mi poco miedo escénico a la hora de cantar. En fin.

Tras este certamen de la canción volvió la música, y el frikismo se volvió a adueñar del pub ya que la primera canción que pusieron fue el mítico temazo de Limahl: Neverending Story (mucho ojito a las pintas del amigo Limahl y el plano con el espejo). Frikismo con tintes gays ochenteros, ¿qué más se puede pedir a estas horas?

Después de eso, ya nos quedamos allí cociéndonos como piojos y al salir, de camino al coche de Pablo creo recordar que me caí como mínimo una vez y que Pablo llevaba una cogorza tal que mientras me llevaba a casa creí ver más de una vez pasar mi vida entera por imágenes delante de mis ojos.

En fin, una noche para ser recordada, o al menos para intentarlo.

1saludo

P.D.: El joven resacoso del lunes por la mañana no estaba para reflexionar, por eso no hubo nueva entrega.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me creo que se supiera usted entero el chiste del eclipse.
q grande eugenio.
tengan cuidado con el coche, amigos.